martes, 31 de enero de 2012

Los descendientes: la herencia.

Me ahorraré hacer una sinopsis de esta película, puesto que si alguien está interesado puede ver el tráiler que propongo a continuación, pero me gustaría explicar lo que ha hecho que Los Descendientes me gustase.


Un film que habla de la herencia, y para ello utiliza las dos vertientes del significado de esta palabra: la herencia de bienes por un lado y por otro, el legado sentimental que regalas a los tuyos cuando tu cuerpo deja de tener sentido. El guionista enlaza perfectamente estas dos acepciones uniéndolas en una simpática comedia con tintes de un tremendo drama que hace pasar de la lágrima a la carcajada indistintamente.
Más allá de Clooney (que realiza un buen trabajo que le permitirá luchar por el Oscar, aunque yo creo que lo ganará Jean Dujardin por The Artist),  también Shaylene Woodley hace un buen papel de hija adolescente que acelera hacia la madurez en vista del duro golpe que se le avecina. No quisiera pasar por alto algunos detalles francamente fuera de lugar como los diálogos (en realidad monólogos) en forma de discusiones con la mujer en coma que contrastan con escenas cómicas que arrancarán las carcajadas del respetable, todo ello bajo una divertida Banda Sonora; pero sin duda lo mejor del film es el guión (basado en la novela de Kaui Hart Hemmings), y por ello centraré mi comentario en él.

Quiero hacer hincapié en el tema de la herencia que comentaba al principio. No podemos resumirlo sólo al testamento de tus bienes y derechos, si no que también son tus actos, las consecuencias de tu vida, pues cuando lo que haces ya no sólo incumbe a uno mismo hay que andarse con pies de plomo. Parece que a veces olvidamos este punto, y hace tiempo que pienso en ello, quizás por eso mismo la película me ha gustado tanto. La vida son tus actos, ellos son los que hablarán de ti cuando ya nadie quede para defender tu honor, y por ello es importante pensar en alguien más que en ti mismo.

Pongamos por caso el ejemplo de la película: la infidelidad inconfesa en un matrimonio. Una madre que ha puesto su vida por delante de la de sus seres queridos, pensando probablemente que la existencia es demasiado corta como para no hacer lo que uno quiere y cuando quiere, o que el tiempo lo pondrá todo en su sitio. Sin embargo “¿qué pasaría si te llegara la muerte mañana?”. Considero importante vivir teniendo presente nuestro propio fin, y no lo digo desde el punto de vista del Peter Pan que llevamos dentro que nos pide que aprovechemos cada momento como si fuera el último y que vivamos al límite, no. Al contrario, lo digo desde el punto de vista de que hay que ser capaz siempre de responder de tus actos, pero sobre todo tus actos deben poder responder por ti siempre, porque nosotros nos iremos y nuestros actos se quedarán para representarnos ante los que lloren nuestra ausencia.

Hay que saber distinguir entre quién es importante en tu vida y quién es una mera diversión, y sobre todo tener en cuenta el dolor que pueden causar tus egoístas secretos, tus mentiras…en resumen tu lado oscuro cuando se descubra y tú ya no estés para defenderlo o mejor dicho tratar de explicarlo. Al fin y al cabo la importancia de la transparencia, de vivir en paz con el mundo. Tus actos te pueden convertir en un villano una vez muerto y el dolor y la vergüenza no lo sufrirás tú, si no tus seres queridos. Es una mirada distinta a los peligros de llevar una doble vida, una vida oculta a tus seres más queridos.

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